La historia de nuestro colegio es el reflejo del esfuerzo, compromiso y sueños de toda una comunidad educativa. Desde sus inicios, la escuela ha buscado ser un espacio de aprendizaje, encuentro y crecimiento, donde cada estudiante pueda desarrollar sus talentos y valores.
A lo largo de los años, hemos construido una trayectoria marcada por la dedicación de nuestros docentes, el apoyo de las familias y la participación activa de los estudiantes, consolidándonos como una institución comprometida con la educación de calidad y con el desarrollo de nuestro entorno.

Poco más de 60 años, a fines de 1957, en un periódico de circulación nacional, apareció un comentario sobre una reunión de la Junta de Vecinos de la Población El Peumo, comuna de Las Barrancas, en que se había acordado
construir una escuela en ese lugar, en dónde pudieran asistir sus hijos. Esta noticia fue conocida por el profesor Juan Delpiano Robinson, quien tenía planificado construir una escuela para niños de escasos recursos. Ubicó a estos
vecinos que habían comenzado a edificar esta escuela levantando algunas paredes de adobe en medio de la cancha.
Entonces, invitó a su colega Amalia Méndez Reyes y juntos en febrero del año 1958, emprendieron el camino que tiene que ver con la más hermosa de las misiones “Educar en un sector de muy escasos recursos, a los hijos e hijas de obreros, niños muy humildes.
Así, durante los meses de enero y febrero de 1958, en pleno verano, la Srta. Amalia recorre casa por casa para inscribir alumnos de 1º a 4° año primario, mientras el Sr. Delpiano era el responsable de la construcción de la futura
escuela , la que denominó “Carlos Pezoa Véliz”, rindiendo así homenaje a un poco conocido poeta cuya poesía era inspirada en lo popular, lo triste, que retrataba la condición social de su época.
Comienza aquí la historia de esta escuela que se relaciona en forma directa con la historia del país: mucha pobreza, familias con gran número de hijos, una gran tasa de analfabetismo, niños sin inscripción en el Registro Civil, alto
porcentaje de alcoholismo y machismo. Ubicación geográfica: la Población El Peumo correspondía a un loteo de terrenos en la comuna de Las Barrancas. En uno de los sitios se ubicó la escuela, ocupando la penúltima calle llamada Chanco, al frente de un gran terreno utilizado como cancha por los habitantes del sector.
Esta cancha, siempre fue nuestra. Los recreos eran para jugar las más gratas pichangas, muchas veces sin zapatos, en el tierral o barrial según la estación. El sonido de la gran campana de fierro, que fue traída desde Valparaíso y
había sido de un barco mercante pesquero, marcaba el fin del único y largo recreo disfrutado por todos, El robo de la campana fue una gran anécdota: un día lunes no estaba en su sitio, comenzó entonces su búsqueda. ¿Quién robó la
campana de la escuela?. Se recibió mucha información, muchas pistas. Era imposible creer que hubiera
personas que causaran este daño. Sin embargo, con el correr de los días, se supo que la campana podría estar enterrada en terrenos de Cerro Navia, junto a un mapa de Chile (nadie había notado su desaparición).
El caso es que los hechores pensaron en vender la campana por kilo, pero nadie quiso comprometerse.
Inicialmente la escuela se organizó en jornada de mañana y tarde, atendiendo a niños por la mañana y niñas en la jornada de la tarde en tres salas de madera. En estos cursos, en las estrechas salas, se atendía sobre 80 alumnos, en bancos hechos artesanalmente por los maestros Meza. No había luz eléctrica en el sector. Los profesores de los años 1958, 1959 y 1960 fueron Ana Reyes Herrera, Rosa Bruna Muñoz, Juan Delpiano Méndez y Amalia Méndez Reyes.
Unas letrinas, al fondo del patio, constituían los servicios higiénicos, no existía alcantarillado en el sector. Para satisfacer la necesidad de beber, se instalaron cuatro bebederos de agua que constituyeron el lujo de la escuela.
Una gran pizarra en cada sala, apoyaba el trabajo del profesor, quien explicaba primero, en forma oral, mientras los alumnos permanecían callados y muy atentos a pesar de las incomodidades y estrechez en los espacios. Posteriormente, el profesor escribía en la pizarra desde donde los alumnos copiaban en sus cuadernos que eran de muy mala calidad, de hojas feas, oscuras, fáciles de romper al usar la goma para borrar. Muchas veces estos cuadernos eran borrados con sumo cuidado para ser reutilizados, pues no había dinero para comprar otro.
Los lápices negros eran usado al máximo: uno servía para varios hermanos: se partían según necesidades y ocupaban hasta el último pedacito.
Señoras, señores, comencé diciendo que la historia de la escuela constituye la auténtica historia del país: Chile en esos tiempos era un país con mucha pobreza, gran desnutrición y mortalidad. Muchos de los alumnos asistían descalzos y en muchas ocasiones, cuando tenían zapatos los compartían: el hermano de la tarde esperaba que llegara el de la mañana para asistir a clases. La ropa de abrigo era escasa. En esos tiempos las chombas de tejido se deshacían y se volvían a tejer. La desnutrición era altísima; para muchos alumnos su alimentación diaria eran
tazas de té y pan. Todas las instituciones quedaban lejos: Carabineros, en La Estrella al llegar a San Pablo; existía un teléfono en un almacén de Plaza Garín, el consultorio en la calle Andes con Robles, en Quinta Normal.
La única micro, Tropezón – Población, hacía su recorrido por J.J. Pérez con intervalos de una hora. En algún momento, cuando se pavimentaba esta calle se debía hacer una caminata a pie, desde calle Neptuno.
Bueno, con el pasar de los años, cuántos alumnos han pasado, dejando sus recuerdos: simpáticos, divertidos, tristes; cuántos profesores entregaron lo mejor de sí, el Sr. Eduardo Alegría por ejemplo, era el que envolvía los pies de
los niños con diarios; o, con el fin de entregar tibieza, les soplaba con su aliento. La Señorita Ana Reyes, gran maestra, sin tener la calidad de profesora de Educación Diferencial era quien enseñaba a leer y escribir a todos aquellos
que tenían muchas dificultades. También hacía lo mismo con muchas madres analfabetas.
50 años de historia se viven pasando por cambios políticos, sociales, económicos.El gran esfuerzo desplegado por la Junta de Vecinos logró conseguir alumbrado eléctrico, alcantarillado, pavimentación.Se crearon posteriormente poblaciones a nuestro alrededor: Italia, Villa Mapocho, Villa Cauquenes, Villa El Sauce, Campamento “El Porvenir”.
Este aumento de la población permitió la creación de nuevos colegios; a los tres que ya existían, Escuela Garín, Membrillar y Población Roosevelt se fueron agregando otras particulares y fiscales: Esc. Italia, Esc. República de
Belgrado, hoy Rep. De Croacia, San Francisco Javier y Montegrande entre otras.
La economía del país permitió un mejor bienestar a los habitantes; hubo un fuerte impacto en las comunicaciones, se nos acercó la línea telefónica, los televisores estuvieron al alcance de muchas familias, estableciéndose un gran
cambio cultural. La TV entretenía, educaba, nos entregaba programas que unían; cuántos programas, personajes, historias, vimos en esos tiempos, que nos entregaron valores culturales Por los años 80 en nuestra escuela se completaron los grados de enseñanza de kínder a 8°; se incorporaron tres sitios de la calle El Peumo, donde se
comenzó a construir, esta vez en material sólido, el nuevo frontis de la escuela ya que el año 1985 a causa del terremoto, la construcción de calle Chanco, sufrió graves daños. Este hecho impulsó el cambio hacia la nueva dirección en calle El Peumo. Se construyó el 2° piso, instalándose allí el comedor, gran logro obtenido
después de muchos años de trámites en Cáritas, en JUNAEB. Al principio nos conseguíamos leche en diferentes lugares, la Sra. Julia y la Sra. Carmen en forma voluntaria entregaban día a día este alimento, altamente esperado por
los niños.
Otro cambio político administrativo importante: la comuna de Pudahuel se subdividió en Pudahuel, Lo Prado y Cerro Navia, ubicándonos desde entonces en Cerro Navia. Por los años 90 fuimos beneficiados con un P.M.E. Después de trabajar mucho, el grupo de profesores, directora y supervisora, conseguimos la aprobación de un proyecto que permitió la obtención de mucho material didáctico, entre otros la fotocopiadora. Para este fin se entregó una sala en 2°
piso para implementar el proyecto video biblioteca, un mundo de comunicaciones. Con la llegada del siglo 21 fuimos creciendo, esta vez recibimos, gracias al proyecto “Enlaces”, 8 computadores para alumnos y uno en la oficina: un
nuevo mundo que facilitaría el aprendizaje de los alumnos, el trabajo administrativo de la oficina y de los docentes, acercándonos a la globalización y conectividad.
En este espacio, desde marzo de 1958 hasta hoy se ha vivido esta gran historia, pasando por historias más pequeñas, más personales; de hecho, el año 1959 los fundadores Juan y Amalia se unieron y formaron una familia; de
esta unión nacieron tres hijos, dos de los cuales, Loreto y Jorge se incorporaron a esta escuela, desempeñándose en la parte administrativa y apoyando desde esta tarea a los docentes. En esta época con la adquisición de
tres sitios, se aumentó la superficie del establecimiento y comenzó la construcción de tres salas, de material sólido.
En plena construcción en marzo de 1985, el terremoto daña gran parte de la construcción de calle Chanco, apresurando el término de la construcción y trasladando los cursos a ese sector. Seguimos avanzando en el tiempo, se cambió el edificio, se renovaron profesores. Si bien en la 1ª etapa fue marcado el trabajo del Sr. Eduardo Alegría, Ana Reyes Herrera, Osvaldo Reyes Román entre otros, se incorporaron a la planta docente el Sr. Leonel Hinojosa, Eliana Salas, Maggie Scott, Sandra Escobar. Como en todo el país, durante los años 70, época de dictadura, vivimos
tiempos de mucho dolor; el profesor Hernán Moreno Acostas falleció en un accidente automovilístico que jamás se pudo aclarar y el queridísimo Omar Antonio Cofré Pereira que después de una injusta y larga detención, al quedar
en libertad se tuvo que autoexiliar y se fue a Alemania.
Con sentimiento recuerdo a profesores fallecidos: Ana Reyes, destacada maestra especialista en atender a alumnos con dificultades de aprendizaje con mucho éxito, Leonel Hinojosa, súper entretenido en sus clases, Roberto Salas
Galdámez, gran profesor de matemáticas. Hemos vivido grandes cambios: dos grandes reformas educacionales, durante el período de Eduardo Frei Montalva y Eduardo Frei Ruiz Tagle. Estas exigieron la preparación de los profesores, asistencia a cursos de perfeccionamiento, y lo más importante: modernizar la forma de entregar los
contenidos, la importancia de los objetivos transversales, aprender nuevos conceptos, estructuras de planificación en nuevos formatos, Planes y programas nuevos como también cambios en Reglamentos de Evaluación.
Durante estos 66 años, se ha mantenido la esencia de la escuela, respetando la política del fundador: entregar a los alumnos y alumnas una educación gratuita. La escuela se mantiene solamente con la subvención estatal.
Este ha sido nuestro norte, pero no podemos lograrlo sin el apoyo de la comunidad, de las familias. Desgraciadamente, hoy la escuela debe hacerse cargo de muchas situaciones que no nos competen: cada día los alumnos están más solos y la ausencia de la madre es fundamental, pero debemos entender esta sociedad que ha permitido una igualdad en el aspecto laboral de la mujer. La educación que hoy recibe la mujer, permite que cumpla funciones fuera del hogar y pueda aportar económicamente, mejorando la calidad de vida, consiguiendo mejor vivienda, mejor vestuario, mejor alimentación y adquiriendo cualquier tecnología que caracteriza a la actual sociedad. Lejos estamos del cuadro que se presentó al comienzo, pobreza, ignorancia, machismo, etc. Afortunadamente hoy encontramos a muchos de los alumnos de la segunda y tercera generación convertidos en profesionales. En esta escuela han trabajado profesores que fueron nuestros alumnos, como dato ilustrativo.
En fin, cabe recordar hoy a nuestros pioneros profesores que entregaron su trabajo con tanta decisión; tanto alumnos que aprendieron aquí las primeras lecciones, que se fueron con tantas esperanzas. Tantos apoderados, mamás,
papás, familiares, cuánta entrega a esta escuela que ha permitido su existencia por 60 años. Actualmente se educa aquí a una tercera generación. Hemos vivido momentos de plena alegría, en licenciaturas, reconocimientos,
alcance de logros, como también situaciones de mucho pesar, así se desenvuelve la vida cotidiana.
Durante estos últimos 10 años, han ocurrido en la escuela innumerables cambios, cada gobierno plantea nuevas exigencias, a veces muy difíciles de cumplir pero hay que hacerlo. Lo más importante ha sido la Ley SEP que hoy
nos permite tener en la escuela personal que apoya a alumnos con necesidades educativas especiales para mejorar los niveles de los alumnos. También existen en las aulas algunas asistentes de la educación para ayudar en el
trabajo del profesor; personal que atiende en Biblioteca, sala de computación, etc. Notable fue el cambio de los resultados SIMCE, que nos ha sitiado en un lugar destacado dentro de la comuna, debido a la gestión y al trabajo del Director y de todos los profesores y personal de la escuela. En lo deportivo, alcanzamos notables avances gracias a los profesores Claudio Puga y Francisco Orellana, quien dejo la escuela en una excelente ubicación comunal en ajedrez, voleibol, fútbol, atletismo, etc. Otro notable cambio en el sistema fue que el establecimiento escolar, que
siempre fue representado por persona natural “María Amalia Méndez reyes” , tuvo que convertirse en una Sociedad Educacional, y posteriormente para cumplir con las leyes y disposiciones ministeriales, esta sociedad se
transformó en una corporación denominada “Corporación Educacional Carlos Pezoa Véliz” , cuya diferencia con las ocasiones anteriores fue el termino de mi relación con el establecimiento y reemplazada por 2 de mis hijos. María
Loreto como representante Legal y Jorge como Administrador General, toda esta situación es reciente.
No puedo negar lo que esto ha significado para mí, por un lado perder más el contacto cotidiano de toda mi vida con los niños(as), profesores, apoderados y a la comunidad que creo conocer intensamente. Dejo lo que tantas veces intente hacer, cuando año tras año anunciaba mi despedida y volvía a reaparecer. No podía romper el lazo de unión. La escuela para mí es como mi 4° hija, entregue con mucho amor mi juventud, mi trabajo me involucré con todas las familias del sector. Ya todo esto comienza a ser recuerdo. Mis herederos tomarán el timón de este barco, ellos lo quisieron. Del fondo de mi corazón pido lo mejor para ellos. Deben entregarse en un 100%. Pido a toda esta comunidad el apoyo que necesitan, del director, jefe técnico, profesores y todo el personal para que formen un gran equipo de trabajo. Con mucha voluntad y compromiso al Centro de Padres, a los apoderados para que
ayuden a esta maravillosa institución, que en este momento tiene como un problema al que todos pueden contribuir a solucionar “la baja matricula” , organicemos propaganda, mensajes, que crezca el número de alumnos en
todos los cursos. Con mayor matricula tendremos más recursos que se traducen en mayores beneficios para todos.
Agradezco a todos y a cada uno de ustedes, con todo el afecto que me entregaron, el respeto que sentí. Cómo no olvidar la alegría de los logros alcanzados, el cariño de los niños, sus risas, palabras, avances, etc. Me es muy difícil expresar lo que siento en estos momentos, les deseo éxito a cada uno de ustedes, que los alumnos disfruten su niñez, que reciban mucho amor, que los padres logren alcanzar lo deseado para sus hijos. A los profesores que trabajen con entrega y mucho amor, desde aquí les reconozco su labor. Al Director, en quien deposité mis expectativas de crecimiento, que siga en su labor de progreso de la escuela. A mis hijos, que Dios les entregue fuerza, armonía, paz y salud para que siga adelante esta familia “Corporación Educacional Carlos Pezoa Véliz” como siempre.
Gracias








